A la lengua y a la serpiente hay que temerles
Refrán Popular
En las familias disfuncionales por alcoholismo y otras adicciones, es común echarle la culpa de todos los desastres emocionales al alcohólico o a la persona que está en consumo. Se dice que por su culpa, los hijos tienen malos hábitos, no rinden en el colegio, toman decisiones equivocadas, etc.
Sin embargo, el codependiente, sin beber nada, sin fumar nada, sin consumir por ningún medio ninguna sustancia, usa muchas veces las palabras para descalificar constantemente a propios y ajenos y no se da cuenta que con ello es artífice del desastre emocional propio y de toda la familia.
Hubo una època en el siglo pasado, en la que se creía firmemente en la descalificación como elemento motivador para lograr el cambio de la gente. Se creía que si hacías notar una y otra vez los errores de los demás en una forma dràstica, tajante y muchas veces cruel, estos terminarían por cambiar su comportamiento y enmendarlo. De tal suerte, que buscar el punto negro en la hoja blanca y hacérselo notar con palabras fuertes, a veces groseras, y con intimidación, se convirtió en la obsesión de muchos codependientes con el ánimo de que los demás corrigieran sus errores levantando en alto la bandera de que "es por su bien".
Este comportamiento fué aprendido y luego heredado a las generaciones siguientes, que tuvieron que escuchar que "la letra con sangre entra", que "si no produce dolor no sirve", y toda suerte de descalificativos frente a sus resultados, pretendiendo hacerlos cambiar de actitud. Muchas hojas de cuaderno rotas con un simple "vuèlvalo a hacer que le quedó horrible", muchas palabras como inservible, desastrozo, inútil, espantoso, eso da pena, dele vergûenza, fueron las respuestas que muchos niños escuchamos del codependiente de nuestra vida, luego de habernos pasado horas y horas haciendo nuestro mejor esfuerzo para hacer la tarea o realizar un trabajo.
Las palabras hieren mas profundo que una espada, dice otro adagio popular. Las palabras proferidas con ira y descalificación tienen un efecto bumerang en el que las dice. Lo que no dijeron después de la frase "la letra con sangre entra", es que también entra el resentimiento y los deseos de venganza porque la descalificación, al igual que el castigo, producen dolor físico y emocional en el que las escucha. Afectan profundamente su sentido de valor personal y distorcionan el verdadero sentido del afecto. Y claro, cuando somos niños, finalmente no podemos defendernos ni argumentar a nuestro favor, pero cuando llegamos a ser adultos, tenemos la oportunidad de desquitarnos de todas aquellas palabras que nos dijeron y que desmoronaron de un tajo nuestros trabajo, nuestras ilusiones, nuestras tareas, nuestros deseos y finalmente nuestra vida y nuestra persona.
Es lamentable ver hoy en día que personas que se precian de ser líderes, solo critican y critican la tarea de su equipo con el ánimo de que por sus comentarios descalificadores, aquellos cambien de actitud y logren un resultado diferente, cuando lo que obtienen es todo lo contrario. Equipos llenos de resentimiento que no trabajan a gusto y que se ven sometidos a aceptar este trato muchas veces por su situaciòn econòmica y ruegan al cielo porque se de pronto un cambio de jefe.
Es lamentable ver que aún hoy en el siglo XXI haya padres que pretendan cambiar el comportamiento de sus hijos descalificando sus actividades, sus preferencias, sus hobbies, burlándose de sus sueños y aspiraciones, creyendo que con eso los aterrizan en la tierra para que vean que la vida no es fácil, cuando lo que obtienen son hijos distantes y apáticos que evaden su hogar y su presencia.
Es curioso ver cómo se le ha dado a la fuerza, al maltrato, a la palabra ofensiva y descalificadora, al desdén de los unos por los otros, tanto poder. Nos sentimos frágiles frente a una palabra amable, frente a una solicitud con cortesía. Nos sentimos vulnerables frente a la amabilidad y al cariño. Sentimos que perdemos el poder cuando ofrecemos una palabra con amor y respeto.
Las palabras son producto de nuestros pensamientos. Todos decimos aquello que habita en nuestra alma y nuestro corazón. Si hablo constantemente con descalificación con el pretexto de poner los puntos sobre la ies, o porque así se van a mejorar las cosas... qué cosas tengo en mi alma y mi corazón que estoy manifestando con los demás? No seria hora de hacer un trabajo personal, y reconocer que hay algo en mi que no funciona adecuadamente, y que si cambio mi actitud por una más amable, de pronto podría llegar a conseguir mejores y mas efectivos resultados con los demás?.
No estoy sugiriendo una apología a la mediocridad ni a que no se reconozcan los errores. Por supuesto que hay que corregir los errores. No obstante, hay una diferencia significativa entre un "ven miremos y revisemos esto para hacerle algunos ajustes" y un "quíte eso de mi vista que está desastrozo".
Hablar mal, para conseguir bien, no es de sano juicio. Descalificar para conseguir mejores resultados, no es de sano juicio. Por eso el lema escucha y aprende ahora nos da la oportunidad de escuchar nuevas cosas para aprender nuevas cosas. Finalmente aprendimos a descalificar escuchando. Ahora debemos escuchar, para aprender a valorar el trabajo y el esfuerzo de los demás, a dar crédito por los logros de los demás y si eventualmente hay algo que corregir, se corrija desde la aceptación, la armonía, la tolerancia y el amor. El amor es la fuerza, pero nos intimida. La fuerza no es la solución, pero nos da poder. Será que es más importante tener la razón que ser felices? será que es mejor tener seguidores inconformes y resentidos que seguidores activos, motivados y dispuestos?. La diferencia, la hacen las PALABRAS.
Como trates a los demás, serás tratado. Las palabras que uses con los demás volverán a ti porque te pertenecen. Quién puede vivir con aquel al que nada le sirve y que lo expresa de una forma hiriente y despectiva?
Los sobrenombres, los apodos asociados con alguna discapacidad o limitación, los asociados a raza, credo o condición étnica, las palabras peyorativas o vulgares usadas para referirse a alguien, son formas de descalificación y pretenden hacer sentir superior al que las dice y hacer sentir inferior al que las escucha.
Como es afuera, es adentro. Revisemos con los Pasos, con un programa espiritual, con un asesor o clérigo o con cualquier otro medio a nuestro alcance, qué palabras usamos y cómo las estamos usando con los demás. No sólo las acciones lastiman y hacen daño. Las palabras tienen poder y como todo poder, pueden ayudar a construir una vida, un proyecto, una empresa o pueden destruirla.
Que la serenidad y la paz te acompañen a lo largo del camino, siempre.
Anny L
Imagen tomada de:
http://www.lavanguardia.com/magazine/20120202/54247595592/angeles-caso-la-buena-educacion.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario