El pensamiento más arraigado en la problemática de vivir con un alcohólico es creer que la persona que no bebe, tiene SANO JUICIO. Que se puede encargar de la casa y las obligaciones, que sabe lo que cada uno de los miembros debe hacer y cómo hacerlo y que el problema se focaliza únicamente en el beber compulsivo de nuestro ser querido. El hecho de estar pendiente de él obsesivamente nos va dañando la óptica para ver con una perspectiva real que el problema está en toda la familia. La persona que no bebe grita, descalifica, agrede, daña emocionalmente a los que dependen de ella, está permanentemente colérica, actúa con miedo y con culpa y lo transmite a los más pequeños y contribuye en gran manera al círculo vicioso de "yo no hice nada la culpa es tuya".
Este paso nos invita a reconocer que aunque yo no consuma ningún tipo de sustancia, la enfermedad ya me ha contagiado y ha afectado mi sano juicio.
Algunos comportamientos pueden ayudar a identificar rápidamente qué tanto se ha perdido el sano juicio. Por ejemplo:
Si mi ser querido no llega a la hora de costumbre, empiezo a pensar y a dar por hecho que está en determinado lugar, con determinadas personas, haciendo determinadas cosas y cuando llega estoy alterada y enojada y creo una crisis sin antes preguntar el motivo de la tardanza?
Doy por sentado que SE CON SEGURIDAD lo que están haciendo los demás, cuando están lejos de mi?
Pretendo que otros me adivinen el pensamiento y satisfagan mis necesidades sin expresarlas claramente?
En cada discusión del presente saco a relucir asuntos de pasado que supuestamente ya estaban resueltos?
Hago del chantaje emocional un arma para lograr que otros hagan lo que yo quiero, no respetando su derecho a decir no o a no estar de acuerdo?
Le atribuyo al alcoholismo, que es una enfermedad, influencias de tipo esotérico o paranormal como maldiciones y embrujos?
Pienso que el alcohólico de mi vida, bebe por hacerme daño o lastimarme y no porque es una enfermedad?
Las respuestas honestas a estas preguntas, dan una clara muestra del poco sano juicio que pueden llegar a tener los familiares y amigos de los alcohólicos.
En este punto de la encrucijada y retomando el Primer Paso, cabe preguntarse qué tipo de ayuda voy a requerir para solucionar mi problema, si ahora también es claro que no tengo sano juicio y que mi vida se ha afectado por el consumo de otra persona.
Y la respuesta es: Requiero ayuda de Uno mas grande que yo, que pueda hacer por mi lo que yo no puedo.
Para muchos al comienzo, uno mas grande, puede ser el grupo de recuperación al que empieza a asistir con regularidad, porque allí se expresan principios universales que proporcionan sabiduría y sano juicio. Al percibir el bienestar después de una reunión, quieren seguir acompañados de éste que resulta ser mas grande que ellos.
También puede ser la literatura, pues los libros contienen las historia personales de las muchas personas que han encontrado en un grupo de Doce Pasos la respuesta para alcanzar una mejor calidad de vida. Contienen además lemas, pasos, tradiciones que se convierten poco a poco en la luz que va guiando el día a día.
Uno mas grande que yo, puede ser un Poder Superior o un Dios. Algunos, tienen desde su infancia un Poder Superior que los ha acompañado a lo largo de la vida. Otros en cambio, abrirán su mente a la posibilidad de empezar una nueva relación con otro Poder Superior distinto al de su infancia.
Otros ajustarán su imagen de Dios a las necesidades actuales y pondrán el El, las características necesarias para poder sentirlo cercano, presente en todo momento, con las respuestas adecuadas a todas las preguntas, y con la capacidad de poder hacer lo que yo no puedo.
Sin embargo, el contar con un Poder Superior no significa que se confíe plenamente en él, por eso hay que: "Llegar a creer."
La confianza ha sido desde nuestra infancia uno de los valores mas golpeados y menos apreciados en la familia disfuncional. Amigos que nunca guardaron nuestros secretos, padre o madre que nos ponían en evidencia delante de nuestros familiares o amigos con eventos de nuestra vida personal, infidelidad de nuestras parejas ahora de adultos, promesas no cumplidas, etc., hacen que esta sea la parte mas difícil de este paso.
Llegar a creer se convierte en todo un reto dentro de nuestro proceso de recuperación. Aceptar que nuestro Poder Superior no nos da lo que le pedimos sino lo que necesitamos y aun seguir creyendo en El, es todo un desafío. Llegar a creer se convierte así en la piedra angular de la que dependerá la aplicación de los demás Pasos, pues si no llego a creer en ese Poder Superior no sentiré la tranquilidad de poner a Su cuidado la vida y la voluntad como lo sugiere el Tercer Paso.
Uno no llega a creer en 8 horas o en un abrir y cerrar de ojos. Eso lleva tiempo. Cada uno a su ritmo y de acuerdo a su sentir, llegará a creer en su momento. Al comienzo, solo repetir con frecuencia durante el día “llegar a creer” nos lleva finalmente a la acción de creer. El actuar "como si" a veces da resultado. Estar dispuesto a llegar a creer es suficiente para hacerlo. Decirle a ese Poder Superior que nos ayude a llegar a creer es otra buena manera.
Llegar a creer que ese Poder Superior amoroso está presente en nuestras vidas, nos da fortaleza y nos llevará poco a poco a vivir cada uno de los pasos necesarios para nuestra recuperación.
Llegar a creer que ese Poder Superior amoroso está presente en nuestras vidas, nos da fortaleza y nos llevará poco a poco a vivir cada uno de los pasos necesarios para nuestra recuperación.
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