"Prefiero que no ganes, a sentir que he perdido"
En las familias disfuncionales, el miedo a la pérdida está tan arraigado, que no se está dispuesto ni siquiera a pensar en la posibilidad de llegar a perder algo porque de inmediato surge en el interior un sentimiento de desasosiego e impotencia acompañado de una ira profunda hacia aquel o aquello que pida la pérdida.
Tal vez por ese vacío interior que acompaña a toda la familia, el perder algo es algo que crea un inmenso dolor y asalta la idea de que jamás se podrá llenar el vacío dejado por lo que se pierde. Muchas personas aceptan lo inaceptable en sus relaciones de pareja, precisamente por el miedo a la pérdida. Llegan al punto de aguantar y soportar malos tratos, pero jamás enfrentarán una pérdida.
Perder cualquier persona cercana o algún bien preciado, provoca delirium tremens como a cualquier adicto en recuperación. Y se convierte en un motivo de tire y afloje entre el que pierde y el que gana, al punto de la agresión y el ataque.
Sin embargo, del otro lado de la pérdida, está la ganancia del que ocasiona la pérdida. Es decir, por ejemplo, una situación en la que un hijo se debe ausentar de la casa para progresar en su trabajo, enfrenta dos sentimientos muy profundos: lo que perderán los padres al dejarlo partir y la ganancia de progresar en su vida personal.. ¿Qué hacer?. Este es dilema que nos ocupa hoy. La pérdida de unos, Vs la ganancia de otros.
Situaciones como la anterior se nos presentan a lo largo de la vida y nos dejan en una encrucijada para poder elegir adecuadamente. Muchos prefieren no enfrentar sus pérdidas, por lo que hay muchos que han tenido que vivir sufriendo las consecuencias de esas decisiones. Otros han tomado la decisión de dar prioridad a la ganancia y han trabajo sus sentimientos de pérdida. El punto es, que a mayor afectación por el alcoholismo y las adicciones, mas difícil será tomar la decisión adecuada. El egoísmo saltará y nos apresará al punto de cegarnos a ver que el bien de otros se puede lograr si enfrentamos nuestro sentimiento de pérdida.
La vida de las mascotas es otro ejemplo, en el que el dueño, sabiendo que su animal ya no tiene calidad de vida y que está sufriendo de enfermedad terminal, prefiere tenerlo en esas condiciones antes de enfrentar su pérdida sin pensar en la ganancia para el animal.
Hijos e hijas que deseando casarse no han podio lograrlo, porque su madre o su padre no pueden enfrentar la pérdida de su ausencia.
Estudios y trabajos que no se han aprovechado lejos de casa, porque nuestros seres queridos no pueden enfrentar sus pérdidas y prefieren que no obtengamos las ganancias.
Padres que por no enfrentar la pérdida de sus expectativas sobre sus hijos, hacen de estos seguidores de sus sueños, empresas y negocios.
Hijos que al no enfrentar la pérdida de su nido, pierden lo que se gana en fuerza y sabiduría enfrentando la vida.
Parejas que por no enfrentar la pérdida de su cónyuge, exponen a sus hijos y viven en situación de maltrato.
Padres que no por no enfrentar su pérdida, mantienen a hijos adultos muy mayores que no les aportan y que no han avanzado en la vida.
Personas que no por enfrentar su miedo a la soledad, están rodeados de personas que las lastiman y abusan de ellas.
Ganar es perder, dice alguna frase muy trillada. A veces cuando perdemos algo, otras personas y muchas veces nosotros mismos ganamos en calidad de vida, en alegría, en progreso, en abundancia y en serenidad y paz.
Pretender tener todo es una ilusión y para tener mejores relaciones debemos perder aquello que las impide y las frustra; perder para ganar el amor es abrirnos a una vida sin dolor ni reproches. No es verdad que al perder algo o a alguien nos vamos a desaparecer o ya no nos van a querer o no encontraremos otras personas que también nos amen. Cuando perdemos y luego vemos que la vida sigue y que a pesar de nuestra pérdida la vida continúa y muchas veces mejora, vamos poco a poco perdiendo el miedo a perder.
Dios en su infinita sabiduría no nos hará perder aquello que no podamos soportar. Y Su Fuerza estará en nuestro corazón para sobreponernos a perder. Las ganancias de los demás a veces dependen de nuestra pérdida. Y nuestro bienestar también exige de vez en cuando perder.
Vamos perdiendo nuestra infancia para ganar en adolescencia. Y luego la perdemos para ganar la adultez y más tarde la perdemos hasta llegar a la vejez. La pérdida es parte de la vida. No podemos pretender que todo permanezca para siempre. Es sólo nuestra forma de pensar y de actuar frente a la pérdida lo que nos hace daño y ocasiona daño a otros. Abracemos la pérdida y démosle la oportunidad de que nos muestre aquello que trae siempre oculto.
Que la serenidad y la paz, te acompañen a lo largo del camino, siempre.
Anny L