jueves, 7 de febrero de 2013

Undécimo Paso





Oración

Querido Dios:

Aprendí desde muy niñ@ que debía salir a buscarte y que debía encontrarte para encontrar mi felicidad y mi dicha. Pero hoy, luego de tanto andar, he comprendido al fin, que eres Tu el que siempre me ha buscado, pero que no nos hemos podido encontrar porque por andar de aquí para allá intentando vanamente en encontrarte, no me he dejado alcanzar. Por eso hoy, te digo, estoy dispuest@ a quedarme quiet@ y permitir que te acerques a mi. Porque sé que Tu sabes dónde encontrarme, pero yo no sé dónde encontrarte a Ti. Te he buscado en la gente, en las cosas, en el trabajo, en mis adicciones y obsesiones, confundiéndote con un placer momentáneo. Pero sé que Tu siempre sabes en dónde estoy yo.

Por eso, aquí estoy. En silencio y en quietud, dispuest@ a escuchar Tu voluntad. Dispuest@ a dejarte hacer en mi, deponiendo mi voluntad terca y obstinada, reconociendo Tu Poder y tu Grandeza y aceptando que sólo Tu puedes hacer por mi lo que hasta ahora no he podido lograr en mi capacidad y mi fuerza.

Muéstrame Tu voluntad y dame las fuerzas para cumplirla.

Porque soy tal como Tu me creaste, sé que no necesito ganarme Tu amor y que la serenidad, la alegría, el gozo, la paz y la dicha son dones que me has dado como tu hij@, pero que he ido perdiendo poco a poco a medida que me he retirado de Ti.

Abro mis manos a Ti. En silencio y en quietud, dispuest@ a volver a Ti, a mi verdadera esencia.

Gracias Dios por no estar separado de mi. Gracias Dios por toda la vida que has manifestado. Gracias Dios por la vida de todas la personas que me rodean.

AMEN





Meditación

Dedicar un momento en la mañana o en la noche a poner en un estado pleno de relajación el cuerpo y en un estado de silencio la mente, ayuda a mejorar un contacto consciente con un Poder Superior. El ruido mental, ese cúmulo de ideas que van y vienen sin sentido ni coherencia, saltanto de un momento a otro, yendo del pasado al futuro, de una idea a otra, sin ningún control, es nuestro mayor obstáculo para poder experimentar la paz, la serenidad, la alegría y el amor de Dios para con nosotros.

Concentrarnos en nuestra respiración, sintiendo como entra y sale el aire de nuestros pulmones, repetir una idea, un principio espiritual o una palabra sostenidamente, escuchar atentamente los ruidos de nuestro alrededor, concentrarnos en la flama de una vela, o simplemente fijar nuestra atención en un punto de la habitación en la que nos encontramos, nos permite aplacar nuestro ruido mental.

Hacer de esta práctica un hábito diario, me permite mantener mi mente receptiva a nuevas ideas, a nuevos cambios y a las muchas manifiestaciones que tiene mi Poder Superior para conmigo.

La meditación diaria ayuda a mi mente, a mi cuerpo y a mi espíritu.




Que la serenidad y la paz te acompañen a lo largo del camino, siempre.

ANNY L











No hay comentarios.:

Publicar un comentario