jueves, 21 de abril de 2016

Historias Obsoletas.




Desde nuestros primeros días de infancia,.nuestra vida se ha visto llena de historias. Unas buenas, otras no tan buenas, pero juntas, marcaron nuestras acciones y las siguen marcando aún hoy en día.

Si nos asustaron con una araña o una cucaracha, siendo muy niños, ese miedo nos acompaña hasta hoy, cuando ya somos adultos y cuando nuestro tamaño y fuerza acabarían en un santiamén con cualquier bicho. Sin embargo, esa historia del pasado, hace que corramos despavoridos en cuanto vemos uno de estos insectos y busquemos un salvador con urgencia porque todavía nos sentimos en peligro.

Haber confiado en algunos de nuestros mejores amigos y amigas y haber sufrido la decepción de su comportamiento al haber faltado a nuestra confianza, sacó desde lo más profundo de nuestro corazón un "no volveré a confiar en nadie" y esa máxima que anda junto a nosotros como perro faldero, es la causa de negarnos hoy la oportunidad de tener unas relaciones más amables y confiadas con los demás.

Cuántos de nosotros no hemos sufrido un desengaño amoroso. No tanto por que nuestra pareja nos haya fallado, sino porque como no sabíamos escoger pareja, terminamos enredados con una persona no disponible para la relación. El resultado no fué el esperado y nuevamente en medio de nuestra desesperación y el dolor de perder, exclamamos un dolorido "no me vuelvo a enamorar jamás".  Y desde aquellos tiempos nuestro inconsciente ha hecho realidad tal sentencia funesta y hoy, estamos privados de relacionarnos con alguien con el deseo intenso de poder hacerlo.

Frases entre padre e hijos, o entre hermanos, o entre familiares o conocidos, tales como "no lo perdonaré nunca", por alguna historia trágica o de dolor vividas en un tiempo de nuestra historia, hacen que justo en la puerta del cementerio nos llenemos de culpa sabiendo que al pasar el tiempo sí hubiese podido ser posible ese perdón, pero que haber mantenido esa historia obsoleta sólo hizo que se mantuviera la distancia, la ira y el resentimiento

Así, podría enumerar tantas y tantas frases que nos hemos dicho en un momento de nuestra historia, pero que hoy no aplican a nuestra realidad presente y actual. Si bien es cierto que en su momento fué la mejor idea, puede que hoy no lo sea. Esas historias ahora obsoletas y caducas nos están marcando momento a momento las decisiones de hoy, las relaciones de hoy, nuestra vida de hoy.

En una familia disfuncional , es frecuente que a cada necesidad económica siempre se diga: "no hay".
Y siempre hay para colegios, estudios, comida, diversión, paseos, ropa y todo lo que necesitan sus miembros para llevar una vida cómoda. Sin embargo, a pesar de que ahora haya un empleo, y ciertos beneficios económicos son muchas las ocasiones en que  pillamos a nuestra mente con la frase "no hay". No es cierto. Si hay. Y hay suficiente. Pero, aquella historia hoy obsoleta, impide que sintamos la satisfacción de la abundancia en nuestra vida y el disfrute de saber que sí hay.

En los procesos de recuperación, esas historias obsoletas impiden que sanen adecuadamente las heridas de la familia,  porque vienen al recuerdo una y otra vez los desmanes y desastres ocurridos durante el tiempo de consumo y con ellos aparecen nuevamente los reproches y resentimiento por algo que hoy no está sucediendo y que la persona que consumía está tratando de reparar.

Identificar cuáles son las historias que ya no nos sirven y sobre todo, cuáles fueron las sentencias que obtuvimos de ellas para ponerlas a la luz e identificar el momento en que las estoy usando hoy, es el trabajo personal que nos corresponde si queremos poder elegir en libertad. Compartirlas con un sacerdote, un profesional de la salud o en un grupo de recuperación para que vayan perdiendo poco a poco su fuerza y dejen de ser los patrones de vida que actualmente nos rigen, es muy sanador y conveniente.

Mantenernos vigilantes e identificar los momentos en que estoy usando patrones viejos y vencidos, para tomar una acción diferente, poner un alto o cambiar de opinión, es muy responsable de nuestra parte.

Como siempre, la sugerencia de un Programa de Doce Pasos no pierde su vigencia. El alcoholismo y las adicciones en general, han dejado marcas indelebles en nuestra vida y ahora nos corresponde a nosotros evitar que las acciones de antaño sigan en nuestra vida dejando un lastre de resentimiento y dolor.


Que la serenidad y la paz, te acompañen a lo largo del camino, siempre.



Anny L





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